Utilizado principalmente en mujeres acusadas de brujería. La
silla era sumergida bajo el agua quedando la persona inmovilizada bajo el agua
sin poder respirar, el inquisidor decidía cuanto tiempo debía permanecer el
torturado o torturada sumergido. El proceso solía repetirse hasta que el
torturado moría ahogado o confesaba, caso en el cual se ejecutaba al acusado
ahorcándole o en la hoguera más tarde.
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